Las cámaras de los smartphones ya son más software que hardware, y no es una mala noticia
Los fabricantes de cámaras compactas pasaron de vender más de 120 millones de unidades en 2010 a menos de 20 millones cada año desde 2018. Las pocas que se siguen vendiendo son los modelos de alta gama, que cuentan con prestaciones inimitables para un teléfono. Hasta que lo hagan. Hoy en día, en la época de lo digital y de las redes sociales, lo más importante no es lo que es, sino lo que parece ser. Y es aquí donde entra en juego la fotografía computacional y la inteligencia artificial para romper, aparentemente, las leyes de la física en la cámara de tu iPhone.
Las cámaras de los smartphones ya han logrado llegar al estándar de calidad esperado por las compactas digitales, y la mayoría de nosotros no esperábamos mejoras sustanciales debido a las inquebrantables barreras físicas expuestas antes. Pero gracias a la fotografía computacional, los últimos iPhone, Samsung Galaxy y Google Pixel toman instantáneas que parecen sacadas de una cámara profesional. De ahí el apodo “Pro” que algunos modelos tienen.
Cada vez que se toma una fotografía con el iPhone 14 Pro, el teléfono hace una captura de la escena con cada lente y luego recrea la imagen con la información de cada una de ellas. Apple denomina a este proceso Deep Fusion, y es una versión avanzada de la técnica HDR. Una que logra que todas las partes de la escena estén iluminadas y sin perder ni un ápice de detalle. Esto permite a cualquier persona tomar fotografías que parecen de portada de revista, pero también cuausan que luzcan muy artificiales.
El objetivo de una cámara tradicional (al igual que el ojo humano), solo puede captar la luz a través de un único tamaño de apertura en un instante concreto. Sin embargo, con la cámara del iPhone Pro los rostros salen iluminados incluso a contraluz y los cielos parecen sacados de un videojuego. Las cámaras del iPhone, o cualquier otro smartphone de alta gama, ya son más software que hardware. Ya no hay diales de velocidades ni anillo de enfoque, solo apuntar y disparar. El dispositivo móvil se encarga de convertirte en un auténtico reportero del National Geographic o un fotógrafo de Vogue. Cada imagen es procesada y alterada sin que te des cuenta, intentando alcanzar un ideal que ni nuestros ojos pueden captar. Tal es el avance computacional en el caso del iPhone, que la pantalla solo te mostrará la escena tal y como la ven tus ojos, justo hasta que hagas la captura. Después, con la fotografía ya hecha, verás la versión idílica y mejorada made in Apple. Este proceso, además de ser transparente para el usuario, se muestra como irreversible. Pero a la mayoría de los consumidores les gusta. No quieren fotografías fidedignas, sino espectaculares.
Vía: Hipertextual